VIII.- SOMBRA Y PENUMBRA, O RAZÓN EXTRÍNSECA DE ESTA MISMA SECTA CATÓLICO-LIBERAL


Vista en el anterior capítulo la razón intrínseca, o llámase formal, del Liberalismo católico, pasemos en el presente a examinar lo que podríamos llamar su razón extrínseca o histórica, o material, si les place más a nuestros lectores esta última calificación escolástica.

Las herejías que estudiamos hoy, en el dilatado curso de los siglos que median entre la venida de Jesucristo y los tiempos en que vivimos, se nos presentan a primera vista como puntos clara y definitivamente circunscritos, en su respectivo periodo histórico, pudiéndose al parecer señalar, como con un compás, dónde empiezan y dónde acaba, o sea la línea geométrica que separa estos puntos negros de lo restante del campo iluminado en que se extienden. Mas esta apreciación, si bien se considera, no es más que ilusión de la distancia. Un más detenido estudio, que nos acerque con el catalejo de una buena crítica a aquellas épocas, y nos ponga en verdadero contacto intelectual con ellas, nos permite observar que nunca, en ninguno de esos periodos históricos, aparecen tan geométricamente definidos los límites que separan al error de la verdad, no en la realidad de ella, que ésta muy claramente formulada la de la definición de la Iglesia, sino en su aprehensión y profesión externa, o sea en el modo que ha tenido de negarla o profesarla con más o menos franqueza la respectiva generación. El error en la sociedad es como una fea mancha en una tela de primoroso tejido. Se le ve claramente, pero cuesta precisar sus límites; son vagas sus fronteras como los crepúsculos que separan el día que muere de la noche que se avecina, y a su vez la noche que se va del renaciente día. Preceden al error, que es negra sombra, y le siguen y le rodean unas como vagas penumbras, que pueden tomarse a veces por la misma sombra, iluminada todavía por alguno que otro reflejo de moribunda luz, o como la misma luz a la que empañan y oscurecen ya las primeras sombras.


Así todo error claramente formulado en la sociedad cristiana tuvo en torno de sí otra como atmósfera del mismo error, pero menos densa y más tenue y mitigada. El Arrianismo tuvo su Semi-arrianismo; el Pelagianismo su Semi-pelagianismo; el Luteranismo feroz su Jansenismo, que no fue más que un Luteranismo moderado. Así, en la época presente el Liberalismo radical tiene en torno de si su correspondiente Semi-liberalismo, que otra cosa no es la secta católico-liberal que estamos aquí examinando. Es lo que llamó el Syllabus un racionalismo moderado; es el Liberalismo sin la franca crudeza de sus principios al descubierto, y sin el horror de sus últimas consecuencias, el Liberalismo para el uso de los que no consienten todavía en dejar de parecer o creerse católicos. Es el Liberalismo el crepúsculo de la verdad que empieza a obscurecerse en el entendimiento, o de la herejía que no ha llegado aún a tomar completa posesión de el. observamos, en efecto, que suelen ser católicos liberales los católicos que van dejando de ser firmes católicos, y los liberales crudos que, desengañados en parte de su error, no han acabado en dar todavía de lleno en los dominios de la íntegra verdad. Es el medio sutil e ingeniosísimo que encontró siempre el diablo para retener por suyos a muchos que de otra manera hubieran aborrecido de veras, a haberla bien conocido, su maquinación infernal. Este medio satánico es permitir que los tales tengan todavía un pie en terreno de la verdad, a condición de que el otro pie lo tenga ya completamente en el campo opuesto. Así evitan el saludable error del remordimiento los todavía no encallecidos de conciencia.

Así además se libran de los compromisos que trae siempre toda revisión decisiva los espíritus apocados y vacilantes, que son los más; así logran los aprovechados figurar, según les conviene, un rato en cada campo, haciendo por aparecer en ambos como amigos y afiliados; así puede, finalmente, el hombre dar como un paliativo oficial y conocido a la mayor parte de sus miserias, debilidades e inconsecuencias.

Tal vez no ha sido aún debidamente estudiada por este lado la presente cuestión en la historia antigua y contemporánea; lado que es el menos noble, es por lo mismo el más práctico, ya que por hay, en lo menos noble y levantado hay que buscar por lo común el secreto resorte de la mayor parte de los fenómenos humanos. A nosotros nos ha parecido bien hacer aquí esta indicación, dejando a mas expertas y sutiles inteligencias el cuidado de ampliarla y de desenvolverla por completo.